LA BAÑEZA - GUÍA DE TURISMO 2019
10 vez sorprendentes, que guardan escondidos y con recelo nues- tras Tierras de La Bañeza desde tiempos inmemoriales junto a otros muchos atractivos turísticos de más reciente creación. Testigos mudos del pasar de los siglos, como las decenas de castros que inundan la Valdería y la Valduerna, y cuyo origen sigue presente en el nombre de tantos pueblos: Castrocontri- go, Castrocalbón, Castrotierra de la Valduerna…O las calzadas romanas, cuyas piedras han sido relegadas al olvido, pero que en otra época fueron la clave de la invasión y sometimiento de nuestros antepasados por el ejércitomás poderoso del mundo hace más de 2000 años. Todavía muchos pueblos nos lo re- cuerdan en su toponimia como Calzada de la Valdería o Quin- tana del Marco. Castillos, palacios y fortalezas inundan las Tierras de La Bañeza, antiguas moradas de las familias leonesas y cas- tellanas más destacadas que lucharon entre ellas para ha- cerse con estos territorios durante la Edad Media y la Edad Moderna. El palacio de los Bazán en Palacios de la Valduerna, el casti- llo de los Quiñones en Villanueva de Jamuz, el castillo de los Condes de Luna en Quintana del Marco o el castillo – palacio de los Pimentel en Alija del Infantado… Como gigantes mal- trechos su silueta recortada desde la distancia nos recuerda todavía el poder que pudieron llegar a alcanzar los nobles y el temor que pudieron llegar a infligir. Las actividades agrícolas, ganaderas y forestales, que han sido la base económica de estas gentes a lo largo de los si- glos, han quedado también reflejadas en los diferentes pue- blos, plasmadas en su arquitectura popular: colmenares, mo- linos, fuentes, bodegas, palomares, … Museos etnográficos, recogen la forma de vida austera, los aperos de labranza o los ritos religiosos de nuestros antepa- sados. La arquitectura religiosa es también abundante, y el amante del arte quedará gratamente sorprendido al en- contrar hermosos y únicos artesonados mudéjares o re- tablos manieristas de la escuela de Gaspar Becerra entre otras pequeñas maravillas. Los castaños de Morla, de Felechares de la Valdería, o de Torneros de la Valdería, son casi milenarios. Las encinas del Encinar de Bécares son ejemplares únicos, muchos de ellos centenarios. El amante de la naturaleza podrá disfrutar de observatorios de aves, zonas declaradas ZEPA, Lugares de Interés Comunitario, rutas ornitológicas, rutas de senderis- mo, cotos de pesca… O de placeres más sencillos, como la observación de unos limpísimos cielos nocturnos o unos es- pectaculares amaneceres y atardeceres durante la primavera y el verano, de los que quienes viven en ciudades populosas pocas veces pueden disfrutar. Más de doce monumentos declarados Bien de Interés Cul- tural; cerca de veinte museos y centros de interpretación; fiestas y romerías declaradas de Interés Turístico Nacional, Regional o Provincial, inundan las Tierras de la Bañeza y ha- cen de ellas un lugar con un patrimonio histórico – artístico y natural difícil de superar en la provincia de León. Parece fácil definir los límites de un territorio cuando nos centramos en el factor geográfico, pero no es el único a tener en cuenta. También hay que valorar otros como la afinidad sociológica, las relaciones humanas, comerciales, administrativas, la etnografía, la antropología, etc. En esta guía hemos tratado de plasmar todo esto para que resulte más fácil comprender los límites que hemos establecido para nuestras comarcas, y los ríos nos han ayudado a mar- car la pauta. El Órbigo nos sirve como referente para definir y ubicar las Tierras Bañezanas, porque hacia él van a parar todos los de- más ríos: el Eria, el Duerna, el Jamuz y el Tuerto, los cuales a su vez dan lugar a nuestras comarcas: la Valdería, la Valduer- na, el Valdejamuz, y la Vega del Tuerto – Órbigo. Invitamos pues al lector a seguirnos en este hermoso e in- olvidable viaje que vamos a realizar por ellas, a dejarse guiar y adentrarse en esta experiencia única y excepcional, descu- briendo sus innumerables atractivos. La Ruta Vía de la Plata Ya desde la antigüedad más remota existía una ruta que, utilizando un corredor natural que articulaba el occidente de la Península Ibérica, permitía comerciar al pueblo tartesio con el norte de la meseta en el siglo VII a. de C. Fue esta ruta la que utilizaron las tropas romanas para avanzar hacia el norte en la conquista. En sus inicios unía Emérita Augusta (Mérida) con Astúrica Augusta (Astorga), y continuaba por la “XXIII, Iter ab Ostio Fluminis Anae Emeritam Usque” hasta Sevilla por el sur, y hasta Gijón por el norte a través de La Vía Carisa.
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